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Cartagena, Restaurante Mare Nostrum, 25 de Noviembre de 2023

Ofrecemos la entrevista que el bailaor Pepe Torres (Morón, de la Frontera, Sevilla) nos concedió con motivo de su visita a la Peña Flamenca Antonio Piñana de Cartagena, en la que cuenta aspectos de interés sobre su propia concepción del baile, vivencias y perspectivas de la danza flamenca.

En primer lugar le pregunto por el mundo en que creció, lo tiene presente a la hora de ejecutar y me interesa saber cómo era el ambiente real de la vida en Morón y de qué manera surgía la ocasión de festejar…

Ten en cuenta que nací prácticamente en una casa de cantaores, guitarristas… mi abuelo Joselero de Morón, mi tío Dieguito (el guitarrista Diego de Morón ), mi tío Andorrano, que también era cantaor y bailaor, mi tía… o sea, toda la familia hacía algo, aunque no se han dedicado profesionalmente, pero todos hacían algo. Entonces, aunque suena a tópico, es la verdad. El flamenco se vivía a diario y además, como dices, se celebraba en momentos especiales como la Navidad, una boda, un bautizo… se celebraba de una forma muy bonita. También había muchos momentos en que la fiesta nacía de forma esporádica por la visita de algún familiar u otros. La vida antes era de otra manera y parece que teníamos más tiempo pa tó, hoy día… Surgían muchos encuentros. 

Y luego, en casa también venía mucha gente de todos los sitios del mundo a buscar a mi abuelo y a tomar clases de guitarra con mi tío… era una casa pequeñita, pero muy grande en el sentido de que el flamenco se vivía de una forma muy natural.

¿Eran casas muy concretas las que guardabais la tradición del cante y del baile…?

Normalmente, esa forma de vivir era de las familias flamencas, digamos, o gitanas, en esos núcleos se vivía esa forma. Luego, aparte estaba la afición flamenca, y había muchísimos momentos más fuera de lo familiar, se compartían esos momentos con aficionados, no era una cosa cerrada; además, dentro de una fiesta familiar también venía el amigo aficionado, el flamencólogo, el pintor…, era un ambiente muy bonito.

En este sentido, siempre se ha hablado de la influencia de la base militar de Morón en la apertura de gustos musicales y de costumbres… me gustaría que me confirmara o desmintiera de primera mano ese relato…

No era así, no eran los americanos de la base los que venían y estaban en el mundo del flamenco, además, lo sé de primera mano porque conocí a uno de los impulsores de esa movida en Morón que fue Donn Pohren, también conocí a su señora Luisa (la bailaora malagueña Luisa Maravilla), estuve en Morón con ellos y me confirmaron que la base militar no tuvo influencia en los americanos que venían a aprender a tocar la guitarra o a escuchar cante. Eran otros. Fue la movida underground que hubo en los años 60 y 70 en Andalucía, sobre todo en Sevilla. Vino mucha gente extranjera a conocer la cultura andaluza y el flamenco, y el cante, muy interesados por el cante y la guitarra. O sea, la base tuvo influencia, pero posteriormente todos los que vinieron eran artistas o gente interesada por la cultura, no eran militares.

Entonces, ¿fue el ambiente cultural que se vivía en Sevilla capital el que acabó llegando también al pueblo?

Yo estoy por decir que había más movimiento de extranjeros en los pueblos que en Sevilla capital. 

Puede explicarlo…

Sí, porque date cuenta de que después de Triana, de esa expansión que hubo, el arte se refugió en los pueblos como Alcalá, en Utrera en LebrijaDos Hermanas, y ellos como venían buscando esas formas de vivir de los pueblos, esa tranquilidad, ese pensamiento hippie podríamos llamar, yo creo que esa expansión flamenca la hubo en Sevilla, pero por lo que me han contado y he leído, tuvo más fuerza en los pueblos, y en Morón sobre todo, porque venían atraídos por la figura de Diego del Gastor.

La figura de Donn Pohren en ese movimiento fue importante… 

Hombre, Pohren escribió un libro muy importante que transmitió a una gran masa de gente estadounidense, a contarles lo que estaba pasando en Morón y en estos pueblos… La verdad es que si no hubiera habido esa calidad artística y esa sensibilidad en la guitarra a lo mejor no hubiera… creo que en eso, el verdadero impulsor fue el arte, en verdad. Que Pohren ayudara…, por supuesto, pero es porque había un arte y unos elementos que ayudaban a que todo eso cuajara.

Es normal la asociación inmediata entre Morón y guitarra; sin embargo, en Morón también se baila y se canta ¿Es así?

Es verdad, bueno, Morón ha sido tierra donde los grandes cantaores han cantao. Desde Silverio hasta El Fillo, Morón ha tenido una tradición en el cante… era un sitio a donde la gente iba, aunque muchas veces lo quiten del mapa del flamenco, pero ha tenido mucha importancia, y es verdad que, aparte de su sello en la guitarra, ha tenido también cante y muy buenos bailaores. Desde hace veinte o veinticinco  años acá es verdad que el baile ha emergido mucho.

Comente algo sobre Diego del Gastor

Bueno, tengo mucho respeto porque no tuve la suerte de conocer a Diego personalmente, pero su hermana fue como mi madre, me he criado en casa de su hermana Amparo y de mi abuelo, Joselero, de alguna forma por tradición familiar he conocido un poco lo que era Diego. Yo soy un fanático de su música, lo que puedo comentar es que su arte, después de tantos años, sigue estando muy vivo, esa es la verdad, y se nota en países del extranjero que he conocido: tanto en Estados Unidos como en Japón o en Europa su guitarra está muy presente entre los buenos aficionados.

Y sobre la influencia de Antonio Mairena en Morón…

Mairena ha sido venerado como pontífice del cante, desde joven vino a Morón muchas veces, era socio de honor de la Tertulia flamenca  El Gallo, cantó en el primer Gazpacho de Morón y en muchísimos festivales… tenía un vínculo muy directo con Morón.

Usted tiene una singularidad y es que baila, toca la guitarra e incluso canta, ¿es eso también propio de Morón? Tiene relación con la figura del festero?

Bueno, estamos viviendo un tiempo en que los bailaores, no yo solo, somos un poquito, con todo el respeto a la palabra, renacentistas, en el sentido de que hay muchos bailaores que están tocando y cantando muy bien. Eso no es cosa que minusvalore a la profesión; al revés, creo que es importantísimo tener una afición al cante y a la guitarra para poder bailar. Profesionalmente, lo mío es bailar, pero es verdad que soy un enamorado del cante y de la guitarra, es una cosa que tengo como una pasión, más que como una profesión.

¿Es el flamenco un arte de minorías? 

El arte flamenco puro sí, a la vista está. Porque si el arte flamenco es intentar llevar al escenario, de la manera más digna y parecida, lo que se ha vivido abajo -que es donde nace el flamenco: en el pueblo, en la fiesta, en el campo, en la reunión, en la taberna, en la bodega… y, sobre todo, en la familia-, entonces, creo que se debería mostrar algo fidedigno. Pero bueno, hoy parece que los promotores están empeñados en que el arte puro no vende. Sin embargo, en la experiencia mía, he visto a miles de personas, en un festival de Montreal o en otros, volverse locas con un cante por martinetes. Creo que la gente se emociona cuando verdaderamente hay sensibilidad. 

Pero sí, el flamenco puro creo que es para minorías.

Está al día de otras músicas o géneros de fuera del flamenco. Sin embargo, en su forma de bailar mantiene ese acervo tradicional, esa manera vivencial ¿No le ha tentado incorporar otros lenguajes relacionados con sus gustos personales?

Bueno, con esto hay una pequeña confusión, creo yo. El artista está constantemente evolucionando, pero es una evolución lenta. Lo único que se puede hacer en este mundo de la música o del arte es ser fiel y puro. Con pureza me refiero a que lo que uno haga, lo haga de verdad, y que cada cosa tenga el nombre que tiene. Como bien dices, me encanta el arte, la danza, una pintura buena, me gusta Jimi Hendrix… pero cada cosa tiene su nombre. Lo que sí me desconcierta, y no opino, simplemente me desconcierta, es que le pongan la palabra flamenco a algo que no lo es. Para mí es como vender al público una cosa que no es real. 

Una parte importante de su biografía la recorrió con Son de la Frontera, un grupo innovador en su forma de ejecutar, en instrumentaciones… ¿en cuánta medida esa etapa enriqueció su baile? 

Ha sido una etapa en que me he enriquecido de muchas cosas. En primer lugar, de viajar por todo el mundo, de pisar muchos teatros, porque el artista se hace a base de trabajar y de estar en los sitios; compartir con músicos de otros géneros también me ha influenciado, y por supuesto, todas las etapas que uno ha vivido les han servido para aprender algo. 

¿Considera que su baile tiene mucho de improvisación o de inspiración, del momento? 

Están las dos cosas. Hay mucho trabajo detrás de cada cosa que se hace, y mucha responsabilidad, y cada vez más, por el respeto que uno le tiene al arte. No es decir: “vamos a bailar, y lo que salga salió”, no, no. Antes hay muchas cosas. Pero sí es verdad que andamos siempre en la improvisación o en buscar el momento ese, que nace de no sabes de dónde ni cómo te ha salido, y al otro día no lo puedes recordar, ya no te sale más. Eso es lo que creo que buscamos todos los artistas, siempre desde la profesionalidad de llevarlo todo amarraíto… Pero sí, me considero un bailaor más de inspiración, no podría ir bailando todos los días lo mismo, me aburriría.

En el escenario se destaca, entre otras cosas, por la elegancia, tiene esto que ver con una escuela, con Farruco, con Rafael El Negro…? 

Claro, yo creo que esa influencia, ver cómo esas personas se movían en un escenario, cómo se vestían, con ese respeto, esa forma elegante… eso ha influido en los que tenemos esta forma de ver el arte. Luego, yo respeto la forma de todos los compañeros, pero sí es verdad que los maestros… creo que cada uno lo hace como puede, no como quiere, pero eso viene también de ahí, de los maestros de antes.

Ha cubierto todos los ambientes profesionales del flamenco, el tablao, el teatro, la gran gira con figuras… ¿qué aporta cada uno de estos ambientes?

Sí, he trabajo con casi todas las figuras, con Manuela Carrasco, con Tomatito, con Antonio Canales, Farruquito… El tablao, por supuesto, es distinto a un teatro o a un festival… Para nosotros no es distinto en el sentido de lo que uno da, porque lo mismo damos, pero sí es distinto por la propia estructura del lugar, un festival es para más gente… El tablao es importantísimo para el artista porque es donde se forma y donde nos probamos a diario e intentamos superarnos…  esa es la importancia del tablao, es una forma de crecer y de avanzar.

Le pregunto ahora por las perspectivas de futuro en el baile. El mismo Pohren era pesimista respecto del flamenco en general ¿Cómo lo ve usted? ¿Hacia dónde se va a dirigir el baile? 

En el sentido comercial no lo sé, no lo sabemos ninguno. Pero en cuanto a exponentes, ahora hay bailaoras y bailaores muy buenos, que están haciendo cosas dentro de la tradición pero evolucionando, sin salirse del flamenco. Por supuesto que no está la época dorada de Farruco, de aquellos maestros, donde estaba esa genialidad, pero tengo que decir que además de cosas que se hacen muy comerciales, también hay una cantidad de gente en el camino de la tradición, innovando y haciendo cosas actuales… 

¿Es el inconformismo una forma de evolucionar?

Sí, además somos inconformistas por naturaleza, nunca estamos contentos con lo que hacemos, creo que porque le tenemos mucho respeto a esto y también eso es bueno para seguir avanzando; en el momento que uno se crea que lo sabe todo, ahí ya algo va mal.

Eso pasa mucho a los guitarristas también, nunca están conformes 

Claro, es la lucha con uno mismo. Cuando hablan del crítico, digo: “bueno ¡el peor crítico pa mí soy yo!”, que cuando algo me gusta, soy el primero que me critico ¿sabes? Pero bueno, eso forma parte del aprendizaje.

Juan Jorquera García, noviembre de 2023

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