José Martínez Hernández. 27 de octubre de 2025
El pasado sábado 25 de octubre tuvimos la ocasión de disfrutar de una magnífica actuación de baile flamenco organizada por la Peña Flamenca Antonio Piñana de Cartagena en el restaurante Mare Nostrum, dentro del ciclo dedicado al Flamenco de Madrid. El protagonista fue el magnífico bailaor madrileño Alfonso Losa, acompañado al cante por María Mezcle, a la guitarra por Ángel Flores y a las palmas y jaleos por la también bailaora Vanesa Coloma. Fue una noche inolvidable a la que contribuyeron en perfecta armonía todos los artistas citados. Alfonso Losa nos ofreció una actuación vibrante, con técnica perfecta, austera y llena de fuerza y elegancia. Sus giros vertiginosos nos recordaron a su maestro Rafael de Córdova y su fusión de la danza española con el flamenco. Losa posee un vigor expresivo extraordinario y se entrega sin reservas con flamenquería explosiva y arrolladora. Interpretó en primer lugar un cante de trilla y martinete, con la solemnidad y la hondura que ambos estilos exigen. En segundo lugar, nos regaló una farruca, su farruca personal y conmovedora, y nos dejó con la boca abierta y el corazón encogido. Y, por último, nos llevó de la mano hasta Jerez y bailó una soleá por bulerías con el soniquete y el perfecto compás de aquella tierra bendita. Lo acompañó al cante la sanluqueña María Mezcle, de forma magistral y siempre ajustada, quien interpretó en solitario una soleá apolá de muchos quilates. Y a la guitarra estuvo Ángel Flores, joven valor madrileño que sirvió al cante y al baile de manera brillante. Flores hizo también en solitario el homenaje a nuestra tierra con una taranta virtuosa y original, mostrando madurez poco frecuente a su edad. En las palmas y jaleos estuvo la bailaora Vanesa Coloma, que demostró que conoce bien el oficio.
En resumen, noche para el recuerdo, en la que Alfonso Losa trenzó las más viejas raíces del baile jondo con las más frescas ramas del baile actual, sin olvidarse de la tradición y sin dejar de renovarla con conocimiento y personalidad. Nos dio una hermosa lección de sabiduría y creatividad flamencas demostrando que en el arte lo antiguo y lo nuevo no están reñidos, sino llamados a fundirse y entenderse, porque el baile jondo, el de verdad, el que nos conmueve y eriza nuestra piel, es de hoy y es de siempre.